Realizar de forma regular una actividad física ha demostrado ser una práctica muy beneficiosa en la prevención, desarrollo y rehabilitación de la salud, a la vez que ayuda al carácter, la disciplina y a la toma de decisiones en la vida cotidiana.

El ejercicio físico, ya sea de corta o larga duración, contribuye a establecer un bienestar mental, mejorando la autonomía de la persona, la memoria, rapidez de ideas, etcétera, y promoviendo sensaciones como el optimismo o la euforia, al tiempo que se mejora la autoestima de las personas, lo que produce beneficios en diferentes enfermedades como la osteoporosis, la hipertensión o las crisis diabéticas.

La intensidad y la carga deben ser determinadas de forma individual, ya que dependen del nivel técnico y de la condición física de cada persona.

Cualquier tipo de actividad física permite obtener los beneficios para la salud que reporta el ejercicio. A veces es suficiente con incorporar a la rutina diaria determinadas recomendaciones:

  • No utilizar el ascensor, sino subir y bajar por las escaleras.
  • Ir caminando al trabajo o al menos realizar a pie parte del recorrido.
  • Realizar en casa las actividades de limpieza sin utilizar electrodomésticos (por ejemplo, escoba y recogedor en vez del aspirador).
  • Hacer la compra cada uno o dos días y realizar el recorrido de ida y vuelta andando.
  • Dar un paseo diario a paso rápido.

¡Ya no tienes excusa! 🙂

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